13 may 2014

El nuevo cine piensa en los teléfonos móviles, la televisión y las PC


El nuevo cine piensa en los teléfonos móviles, la televisión y las PC

 

Jeffrey Katzenberg, uno de los hombres más poderosos de Hollywood, dejó caer una bomba gigante en el corazón del negocio. Sucedió el 27 de abril de 2014, durante la Milken Global Conference, el encuentro anual del think tank económico Milken Institute que provee y discute ideas sobre el desarrollo en diferentes áreas.
El hombre poderoso era Jeffrey Katzenberg, el productor que sacó a la Disney, a fines de los 80 y principios de los 90, de su inercia y decadencia y lo encarriló hacia la cima con éxitos como La bella y la bestia y El rey león. El mismo que, tras no poder imponer algunas ideas en aquel estudio, fundó junto a David Geffen y Steven Spielberg DreamWorks SKG, donde aún es responsable del área de animación que produjo la saga Shrek, Madagascar y Kung-Fu Panda. Es decir, alguien que comprende el mundo del entretenimiento perfectamente. Este empresario lanzó su predicción para el futuro del negocio de las imágenes: “Creo que el modelo del negocio cinematográfico cambiará y ya no se pagará por la disponibilidad de una ventana. Cuando un filme se estrene, tendremos 17 días, es decir tres fines de semana. En ese tiempo, la película podrá recaudar entre el 95% y el 98% de sus ingresos. El día 18, un filme quedará disponible en toda clase de plataformas para todo el mundo, y se pagará por el tamaño de la pantalla. Así, verla en cine costará unos u$s15, verla en un televisor de 75’’ costará u$s4 y en un smartphone, u$s1,99. Un modelo de este tipo, cuando llegue -y llegará- cambiará definitivamente el negocio cinematográfico”. Katzenberg agregó que este modelo será el estándar dentro de no más de una década.
Para aclarar la idea, veamos qué es una “ventana”: se trata del período de excluisividad de un contenido en un tipo de formato. Para un filme, la primera ventana es la de su estreno en salas, que tiene una exclusividad variable. Antes del VHS y el cable, esta ventana era de unos 18 a 24 meses antes de que la película pudiera verse en televisión. El video la “bajó” a 12 meses; la aparición del cable redujo ambas ventanas (la de cine y la de video) a 6 y 12 meses respectivamente. Hoy son mucho menores y lábiles, dado que los sistemas como el pay-per-view pueden ofrecer ciertos filmes en simultáneo con las salas. La otra realidad que ha obligado a reducir ventanas es la piratería: en la medida en que una película puede hallarse cada vez más rápido para descarga ilegal -a veces horas después de su estreno-, la posibilidad de recuperación de la inversión en salas es menor. Por eso es también que los grandes tanques se estrenan simultáneamente en muchos países. Eso sin contar los sistemas de streaming, entre los cuales el más exitoso es Netflix, que proveen también esos materiales para diferentes tipos de pantallas.
Las ventanas, pues, dejarán de ser “temporales”, según Katzenberg, para ser “físicas”. En efecto: lo que el productor propone es un negocio donde un contenido queda siempre disponible (en la realidad ya es así) y donde el espectador elige en qué formato desea verlo. Diferentes formatos tendrán pues, diferentes precios, dado que el soporte -es decir, el archivo a servir- es distinto de acuerdo con cada aparato.
Lo que Katzenberg agregó es aún más realista y revolucionario a la vez: “las películas ya no son un negocio en crecimiento”. Es por eso que DreamWorks se dedica cada vez con mayor agresividad al cortometraje, los contenidos para televisión y los digitales.
¿Cuál será, entonces, el rol del cine “en pantalla grande” en el futuro? Queda claro que un contenido que no pierde calidad ni detalle en pantallas como la de los actuales televisores de alta definición derivarán cada vez más rápida -o directamente- hacia la televisión paga o sistemas como el streaming. Dado el crecimiento de la TV digital, que amplía de modo innumerable la cantidad de canales y, por consiguiente, de nichos de programación, la creación de contenidos sigue siendo una prioridad, incluso de filmes aunque estos no tengan como destino final los cines. El cine parece restringido o bien a lo experimental o bien al gran espectáculo sensorial irreproducible en formatos hogareños. Así, solo será hogar de “blockbusters” que deberán recuperar rápidamente su inversión antes de pasar a un negocio más lento -y exigente, en la medida en que el espectador cuenta con muchas más alternativas de elección- como el de las pequeñas pantallas. De este modo, el cine se convertiría en un evento de marketing más.
¿Es posible? Algo de eso está sucediendo, pero hay dos problemas. El primero, saber si la difusión tecnológica alcanzará la masa suficiente para volver rentable este nuevo modelo. El segundo, si necesidad de competir cada vez con más fuerza no llevará a una inflación de costos que vuelva el cine inviable. A esto Katzenberg, aún no tiene respuesta.

(Republica: http://www.cinelatinoamericano.org
 Fuente: Diariobae.com)