30 ene 2017

CUATREROS



RADAR / PAGINA 12 / 29 de enero de 2017


ALBERTINA CARRI
Caballos salvajes

Roberto Carri, sociólogo y militante desaparecido por la dictadura militar en 1977, escribió un libro que se convertiría en mucho más que una curiosidad intelectual: Isidro Velásquez: Formas prerrevolucionarias de la violencia abrió el campo de estudio sobre los bandoleros románticos y su relación con las clases populares. También hubo una película sobre ese libro. Y ese film, como su director, Pablo Szir, también están desaparecidos. En Cuatreros, Albertina Carri tomó el desafío de rearmar toda una trágica genealogía para filmar la imposibilidad de un film pero también para indagar sobre la vigencia en el presente de tanta rebeldía.



(Imagen: Catalina Bartolome)


Albertina Carri lee unos párrafos del prólogo de Isidro Velásquez: Formas prerrevolucionarias de la violencia, el libro escrito por su padre, Roberto Carri,y publicado en el año 1968, nueve años antes de su secuestro y desaparición, junto a su esposa Ana María Caruso: “Aquí hay que escapar del formalismo civilizado de considerar formas políticas exclusivamente a los partidos e ideologías a sus programas. Esta concepción falla cuando se quiere analizar el problema en el presente y desde la perspectiva de la liberación nacional”. La voz de Carri (hija) nunca dejará de oírse a lo largo de los 85 minutos de su último largometraje, Cuatreros, poniendo en tensión constante –con sus propias ideas, dudas y certezas, a partir de sus propias palabras y mediante el bombardeo de imágenes de archivo que conforman su núcleo visual– la figura algo olvidada de ese asaltante y secuestrador, para unos, oprimido y rebelde, para otros, que nació en la localidad de Mburucuyá, provincia de Corrientes, a fines de los años 20, y murió en Pampa Bandera, Chaco, traicionado por su entorno y acribillado a balazos por la policía en 1967. Filmar, entonces, una película sobre Isidro Velázquez. ¿Filmar, entonces, una película sobre Isidro Velázquez? “Debería hacerse una película sobre el caso Velázquez”, continúa Albertina en la pista de audio, ahora hablando en primera persona. “Debería, debería. Lo mismo que dijo mi hermana cuando empecé a estudiar cine: ‘deberías hacer la película de los Velázquez’. Como nunca me llevé muy bien con el ‘debería’, nunca me interesó el asunto. Hasta que un día, filmando La Rabia, un asistente de producción me dice que él tiene el guión de Los Velázquez, la única película que se filmó sobre el tema y está desaparecida, al igual que su director”. Algunos segundos antes, en uno de los paneles donde se “proyectan” las latas de material de archivos recuperadas y digitalizadas por la realizadora y colaboradores, un rozagante Galtieri sonríe y afirma, ante una periodista, que el mayor logro de esos años vividos ha sido “la paz”. En los recuadros que enmarcan como panes de un sándwich al ex dictador, imágenes de vacas expuestas en la Rural, transeúntes caminando debajo de las iluminadas marquesinas de la Avenida Corrientes, tractores, publicidades con parejas felices. Paz. Progreso. Alegría.