23 feb 2012

MANCHAS EN EL NEGATIVO

MANCHAS EN EL NEGATIVO
SOBRE LA UTILIZACION DE LA FICCION EN EL CINE DOCUMENTAL

Por Patricio Guzmán
Tomado de su página web http://www.patricioguzman.com

 


El equipo de filmación de “La batalla de Chile” (1973-1979) en junio de 1973. Patricio Guzmán, realizador, al centro. Foto de AC, tomada de la web http://www.patricioguzman.com





Cuando presenté «La Cruz del Sur» en numerosos festivales internacionales durante estos últimos años (1992-95), tuve la satisfacción de obtener muchas críticas favorables y cuatro primeros premios.
Sin embargo me encontré también con muchos colegas y periodistas que subestimaron la película, porque yo mezclaba el documental con algunas secuencias de reconstrucción...





Existe al parecer una corriente de opinión que no acepta que el documental se contamine con otros géneros (la ficción, en este caso) que defiende una forma de «purismo», cuando precisamente estamos empezando a vivir una cultura de la mezcla.
Recientemente --al estudiar el trabajo de los grandes documentalistas de Europa y el resto del mundo se puede verificar que va quedando poco del “cine directo” de Jean Rouch en su forma original.
No digo que su influencia haya desaparecido, sino que sus rasgos ya no se encuentran en estado puro y que actualmente forman parte de otros lenguajes.
También han desaparecido otras polémicas estériles: «objetividad» y «subjetividad», por ejemplo. Hay consenso de que el cine documental es una forma de representación, no una «ventana» de la realidad. Mezclar los géneros, una tendencia antigua en la literatura y la música de América Latina, se impone con cierta frecuencia en el cine documental de todas partes.
Mezclar para asegurar lo nuevo.
El contacto entre géneros diferentes asegura el descubrimiento de algo distinto. Permite alcanzar un enriquecimiento, una apertura, el hallazgo de otras posibilidades. Recursos y modos nuevos que permiten asegurar la continuidad del documental en el futuro.
Frente a la invasión de imágenes fraudulentas (falsas noticias, falsas entrevistas, falsos reportajes) el cine documental no puede atrincherarse en el purismo (falso también), puesto que el aislamiento conduce al encierro, a la repetición inútil, al retrato inmóvil de la vida, que es puro movimiento y mezcla.
La multitud, la variedad, la diversidad, siempre conducen al campo de lo sorprendente. El afán de ir más allá, la apertura, igual como el pluralismo en un sistema político, garantizan el crecimiento y la invención de obras nuevas.
Durante décadas, una parte del cine documental estuvo preso en la cárcel del realismo, siguiendo recetas que producían películas que nos parecía ya haber visto antes.
Estimo que hoy día ya no basta con acumular datos y hechos. Quién sólo se mueve en este espacio jamás podrá mostrarnos la realidad «no visible» que veía Cervantes o Kafka, que es tan real como un árbol. Hay que ir más allá: enseñar lo que no sabemos, mostrar lo que no vemos.
Nuestra cultura Latinoamericana (india, negra, mulata europea, mestiza, judía, árabe) ya no cabe en la exigencia de una sola realidad. Sólo el contacto y las diferencias aseguran el factor creativo. Según mi parecer, aprovechar esta riqueza conduce a la ampliación del significado de la palabra «documental» justamente ahora (en 1995) cien años después de que los hermanos Lumiére llegaran a la estación.


© PG. Madrid, 1995